Una de las principales preocupaciones de los triatletas principiantes es la cantidad de trámites necesarios antes de su primera carrera. El kit preparado meticulosamente la noche anterior con la sensación de ”seguro que se me escapa algo” te resultará familiar.
También las emociones de ”¿Qué demonios hago ahora?”, llegar ligeramente estresado a la inscripción de la prueba para que te entreguen bolsas de plástico de diferentes colores y una hoja de pegatinas.
Pero no hay que darle tanta importancia. Precisamente porque los novatos creen que son tan propensos a cometer errores que su laboriosidad acaba resultando de pocos errores. Por supuesto, habrá aprendizajes a través del evento, una oportunidad para hacer esto o aquello mejor la próxima vez. Pero, por lo general, no es nada demasiado calamitoso.
En contraste, algunos profesionales, dan tan poca importancia a según que cosa (puede que por la cotidianeidad de competir) acaban obteniendo resultados contrarios.
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Prestar más atención a los detalles
Quizás porque es su trabajo y compiten con relativa frecuencia, el piloto automático entra en acción. Pero dado que se ganan la vida compitiendo, a menudo pensamos que deberían prestar un poco más de atención a los detalles.
Hace poco, en Lanzarote, en una carrera de Ironman de principios de temporada los profesionales se alinearon sin tener ni idea de cómo están dispuestas las boyas de giro. Después de la carrera se comentaba que no todo el mundo nadaba la ruta correcta, puesto que con el desconocimiento de la ubicación, fueron descubriendo la ruta a medida que avanzaban (o retrocedían, si se habían equivocado mucho).
Conocer las reglas de la carrera
También ha sucedido que algunos triatletas de cabeza han llegado a salir con una brecha potencialmente crítica sobre el grupo perseguidor, pero que después más de un atleta se ha despojado de su traje de neopreno para ir con el pecho desnudo y ser recibido con un estridente pitido del silbato del oficial técnico.
Esto, obviamente, seguido de una lucha para levantar el traje de triatlón desde la cintura y todos los avances ganados con esfuerzo en el agua perdidos.
Hacer un reconocimiento del recorrido
En Lanzarote, al salir a la bicicleta, en los primeros 800 metros había una pendiente empedrada que resultó ser el cementerio de los bidones aéreos, ya que muchos de los nutrientes se salieron de sus soportes y se esparcieron por la carretera. Un problema que se habría evitado con un mínimo de reconocimiento del recorrido.
El problema de la hidratación se repitió en Oceanside unas semanas después por el popular profesional canadiense Lionel Sanders. Explicó cómo perdió sus sumninistros al principio de la etapa de ciclismo y luego descubrió que las botellas repartidas en los puestos de ayuda no eran del tamaño correcto para adaptarse a su bicicleta Canyon TT. El mea culpa de Sanders también comenzó con el hecho de que sólo llevaba gafas tintadas en una mañana nublada y pudo ver muy poco en la natación.
No te obsesiones con los detalles
Estos son únicamente unos ejemplos, pero no se trata de mostrar lo mal preparados que están los profesionales de este deporte, sino de que, si estás empezando, no te obsesiones con cada pequeño detalle.
Incluso los mejores cometen errores y mientras tengas un traje de neopreno para nadar (cuando sea necesario), una bicicleta para rodar y unas zapatillas para ponerte en el último tramo, te las arreglarás. Es cuando empiezas a tener experiencia en este deporte, cuando tienes que seguir preocupándote por seguir siendo igual de meticuloso que al principio.